21.11.06

Querido amigo:
Hace tanto tiempo que no escucho tu voz. Han pasado algunos años. Es la primera carta que te escribo. Creo que aunque hayas olvidado el lenguaje no tendremos dificultad en entendernos. No seria extraño pero hace trece de tu muerte.
Debés de tener el cuerpo desarmado, lo sé, a mí me fue difícil mantener el cuerpo con vida. Nuestros cuerpos se movían sudados en la inmensa cancha de nieve, efervorizada de balas de sueños de bombas de novias y cuando estallaban los goles, solo los gritaban los que se iban muriendo. Como aquel golazo tuyo amigo querido.
Yo ya me retiré del juego; aunque hoy a la tarde al llegar a una esquina me encontré con tu padre, y fue como ver las luces titilando del sueño que alguna vez tuvimos. El me agarró fuerte la mano y no me dijo nada. Me miró un largo rato y siguió su camino. Yo me retiré a los vestuarios.
Amigo: Gustavo y yo a veces nos emborrachamos juntos, hemos formado nuestras respectivas familias; casi nunca hablamos de vos. Como tu viejo, sabemos que las palabras no son instrumentos para traerte aquí, a esta noche donde los recuerdos se ahogan con el rocío del licor.
Será que la vida y la muerte son ámbitos para limitar nuestros sueños? Brindo porque no lo sean. Salud Pedro. Escribime.
RENGO.- abril de 1995

17.11.06


Oiga, los pasos del pedal. Cada rayo. Oiga, por si acaso, el roce del tubular en el empedrado. El de este manillar encorvado como un pájaro al ataque. Oiga, suena a viento. Las fibras de la casaca flamean libertarias en el olimpo a cuadros, y sabe al sudor ingenuo que desprende el gen del sub campeón. Oiga que avanza en una tarde del bosque.

ademas no logro articular lo que siento
solo puedo amontonar letras
cíclicas
vagas
malabaristas palabras
y no logro escribirle al amor
tal vez el hombre que pedalea en mi nombre
sea solo un sueño
piel y huesos de palabras
kilometros de años
parado en los pedales

traiga la palabra que he dicho
la escrita
la que diré algún día
Mozo
otro manubrio
Te miras al espejo y detras de la imagen hay serenos lugares que el caos de la realidad ha vaciado de accion y deja en tu mente retazos de una realidad que ya no es tal. Has vivido, has gfvxlkz, te has dho2jwc y hasta has acariciado a alguien, pero piensas que en algo has fallado. Hoy el espejo, ese fin de imagen que vuelve de ti te dice que eres feliz, aunque te duela el estomago de escuchar reproches de tu propia conciencia. Sin duda estas mas viejo.
Acontece que es una noche sin cielo, que esa cabeza esta lastimada de estrellas, que el filo del nocturno Oscar Aleman rasga el canto de grillos y que el rengo ladra en silencio, sin ser siquiera un perro, mastica un vaso de acero y vino blanco.

5.11.06

Llegaba a la ciudad, estaba vivo, iba tomado al pasamano de un micro de la línea tres - viajaba parado - regresaba contemplando esa fotografía del volver, encorvado a la ventanilla veía unas tristezas entre la multitud, después de todo, terminó siendo una tristeza plural. Es que tanta noche fue imposible de soportar, y es probable acaso, que siempre cuente con aquella para relatar mis regresos. Era un 21 de junio, creo que domingo, y mi hermano Ricardo cumplía años. El barrio me esperaba, y sé que nadie sabía bien que estaba haciendo ahí. Lo cierto, es que volvía a los brazos de mi madre Olga y esa noche dormiría abrazado a ella. Con los días, comencé a deducir lo que nos había ocurrido, me costaba salir a la calle y no podía afrontar más apostillas. Un pibe del barrio llamado Roberto, venia diariamente a visitarme, llegaba con su novia de ojos dilatados, insistía en que podríamos salir juntos, a tomar algo por el centro, a caminar, que se yo y no a mi nada. Pasaría muchos días junto a mi madre. Una noche de ojos enormes accedí ir con ellos a una pizzería.

2.11.06

Había gente, muchísima en 19 y 51, los familiares esperaban, eran miles de espíritus desconocidos -Y como en esa época todos cedíamos- los sueños caían al silencio de esa esquina, hasta la risa de los tilos apagó sus hojas en el cordón de la vereda. De jean, con la remera blanca de Freddy Mercury, bajo el escote en V, salí por el portón de la calle 51 siendo un ex soldado de Infantería, un ex combatiente, un veterano de 20 años y por el Camino Parque Centenario, intente abandonar ese Hades del Plata.

1.11.06

Y tu casa era así y tu madre era así, tus juguetes eran así y era yo, quien te miraba, muchachita, día y noche era así, como lo ves en esta fotografía. En el camino fuiste creciendo. Había un techo de madera y te metías en el ropero. Una mañana, en el fondo rosa de la casa, el cielo fue un animal herido. El gato, astor, mama, papa son algunas proclamas de esos instantes, Y es que era así la eternidad.
En la plaza de armas siento el tironear cardinal de cuatro caballos que cinchan mis extremidades de raíces autóctonas. Aun no tengo hijos, tengo 23 años y miro mis pies adelantarse uno a otro sobre estos húmedos adoquines de Cuzco. Entre las piedras percibo a Viracocha, su presencia en mi caminar tiene la apariencia de alguien que sueña, un abastecedor de vida. A dos cuadras de ahí, el Hostal Manta. Con los años, aquella mañana de marzo de 1987, se recuerda como una canción.