1.11.06

Y tu casa era así y tu madre era así, tus juguetes eran así y era yo, quien te miraba, muchachita, día y noche era así, como lo ves en esta fotografía. En el camino fuiste creciendo. Había un techo de madera y te metías en el ropero. Una mañana, en el fondo rosa de la casa, el cielo fue un animal herido. El gato, astor, mama, papa son algunas proclamas de esos instantes, Y es que era así la eternidad.
En la plaza de armas siento el tironear cardinal de cuatro caballos que cinchan mis extremidades de raíces autóctonas. Aun no tengo hijos, tengo 23 años y miro mis pies adelantarse uno a otro sobre estos húmedos adoquines de Cuzco. Entre las piedras percibo a Viracocha, su presencia en mi caminar tiene la apariencia de alguien que sueña, un abastecedor de vida. A dos cuadras de ahí, el Hostal Manta. Con los años, aquella mañana de marzo de 1987, se recuerda como una canción.